En 1548, el taller de Tiziano en Venecia se llenó de coleccionistas ávidos de adquirir obra suya. La razón era que había transcendido que el emperador Carlos V le había hecho llamar a Augsburgo, donde todo eran fiestas sin tregua en las que el diablo reventaba de gozo, para que le retratara y dejara testimonio de su victoria en la batalla de Mühlberg. Tiziano viajó a la ciudad de los Fugger con dos cuadros, una Venus y un Ecce Homo.
Carlos V, que a la sazón tenía cuarenta y cinco años, representaba más edad por su incontinencia en el comer, al punto que el papa le tuvo que dar una bula para poder comer antes de comulgar. Tardó un tiempo en recibir al pintor, pues a pesar de la victoria se hallaba abrumado por el problema religioso de fondo.
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[…] Otro ejemplo notable del Renacimiento italiano y alemán fue Jacob Fugger de Augsburgo, cuyos intereses financieros lo condujeron a menudo a Italia. Privilegió a Durero, así como a Tiziano, quien fue llamado a Augsburgo por Carlos V en 1548, y en la propiedad de Fugger el pintor realizó el famoso retrato ecuestre del emperador tras la victoria de Mülberg. […]
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