Le viene que ni pintado ese adjetivo de sus compatriotas, que definen como self made man a los hombres hechos a sí mismos. Fue brillante político, filósofo, periodista, científico autodidacta, inventor, astuto diplomático y filántropo del siglo XVIII; humanista que enarboló la bandera de la Ilustración y prendió la luz de la razón en el seno de una sociedad puritana.
Benjamin Franklin (Boston, 1706-Filadelfia, 1790) concibió su existencia como una continua carrera hacia la cúspide de la pirámide social, en busca del elogio profesional y la admiración en todos los ámbitos. “La vida es una partida de ajedrez, en la cual tenemos jugadas que ganar y competidores a los que medirnos”, afirmaba en 1779, en uno de los cientos de aforismos que formuló y que han llenado muchos diccionarios de citas y tropos.
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