En peligro de extinción? Yo creo que ya están extinguidos: los restos no durarán ni diez años”. Esto decía un funcionario australiano en 1940, cuando los aborígenes apenas llegaban a los 70.000. Hoy son diez veces más, casi el tres por ciento de la población australiana actual (25 millones), están en continuo aumento, cada vez más organizados y reconocidos, gracias a su hercúleo esfuerzo para no sucumbir tras la invasión de 1788 y la salvaje dominación europea.
Los aborígenes llegaron a esta tierra procedentes del sudeste de Asia. En el Pleistoceno, hace más de 50.000 años, cruzaron por el “puente” de tierra que unía Nueva Guinea y Australia –que la subida del nivel del mar hizo desaparecer hace unos 10.000–, completando la ocupación en varias oleadas, la última hace entre 3.000 y 5.000 años, cuando habrían introducido el dingo, o perro australiano. Su aislamiento no fue total: los aborígenes del norte se relacionaron con Nueva Guinea, las Molucas, las Célebes y China. Durante estos milenios hubo fases climáticas secas y húmedas que modificaron la distribución faunística, florística y humana, pero los aborígenes se adaptaron muy bien a los distintos medios (tropical, desértico, templado), y desarrollaron una macrocivilización peculiar que se prolonga hasta hoy y que engloba, con muchas variantes, a un gran número de poblaciones.
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