Desde mediados del siglo XIX, Australia vivió una serie de transformaciones económicas, sociales y políticas que condujeron a su independencia el 1 de enero de 1901. Adoptó un sistema federal y bicameral que mantenía los lazos con la Corona británica. Esta conserva la jefatura del Estado a través de un gobernador general que nombra al primer ministro tras ser elegido en las urnas. En dos ocasiones de crisis llegaría a cesarlo. La sesión inaugural del Parlamento australiano, el 9 de mayo de 1901, la abrió el futuro rey británico Jorge V.
En los primeros años se sucedieron gobiernos conservadores, laboristas y liberales sin notables diferencias. Se implantó un sistema tributario que desarrolló políticas sociales avanzadas, infraestructuras que unieran tan vasto territorio y unas fuerzas armadas. Pero en defensa y política exterior la independencia fue limitada. Además de que, en aquellos años, soldados australianos habían combatido bajo mando británico en China contra los bóxers y, en Sudáfrica, los Bushveldt Carbineers, contra los bóers, cuando en 1909 el primer ministro, Alfred Deakin, quiso formar una flota moderna, tuvo que pedir permiso al Almirantazgo británico, el cual no lo permitió hasta dos años después ante la carrera armamentística de Alemania.
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