El 11 de diciembre de 1941, cuatro días después de que los japoneses atacasen Pearl Harbor, Alemania declaró la guerra a Estados Unidos. Las razones de esta decisión no están claras, ya que Hitler no tenía ninguna necesidad de enfrentarse al gigante norteamericano. Quizá tuvo un peso decisivo su confianza en la flota de submarinos para romper las líneas de comunicación atlánticas entre Norteamérica y las islas británicas.
El dictador germano estaba entusiasmado con la idea de ese duelo planetario, y cuando supo del ataque nipón, llegó a exclamar: “Ahora es imposible que perdamos la guerra, ¡tenemos un aliado que no ha sido derrotado jamás en sus tres mil años de historia!”.
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