La desaparición de la dinastía Julio-Claudia con el suicidio forzado de Nerón en junio del año 68 desencadenó una guerra civil en la que diferentes ejércitos provinciales lucharon con el propósito de colocar en el poder a un jefe militar de la nobleza romana. Entre junio del año 68 y diciembre del año 69, Roma presenció el nombramiento y la caída de hasta cuatro emperadores: Galba, Otón y Vitelio, hasta la definitiva ascensión al poder de Vespasiano, quien logró estabilizar el Imperio instaurando una nueva línea hereditaria, la dinastía Flavia.
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