Mientras surgía la Unión Soviética en medio de las turbulencias civiles, la I Guerra Mundial llegaba a su fin. Fruto de la misma fue la descomposición del Imperio austrohúngaro y la aparición de los nuevos estados que, hasta ese momento, se encontraban bajo su autoridad. Entre ellos estaba Polonia, que rápidamente tuvo que ponerse a tratar de delimitar unas fronteras que, obviamente, llevaría a fricciones con los nuevos estados surgidos y los ya existentes. El país había desaparecido como nación independiente en 1795 a manos de prusianos, austriacos y rusos.
Reconstruir sus límites iba a ser complicado por la falta de referentes geográficos claros y por la mezcla cultural entre rusos, polacos, ucranianos, lituanos, bielorrusos, etc., que se superponían a las tenues marcaciones geográficas visibles o a las viejas fronteras políticas. Pero como estado que renacía, aspiraba a rememorar glorias pasadas y soñaba con la vieja Polonia del siglo XVII, que se extendía desde el mar Báltico al mar Negro.
Este contenido no está disponible para ti. Puedes registrarte o ampliar tu suscripción para verlo. Si ya eres usuario puedes acceder introduciendo tu usuario y contraseña a continuación: