La Iglesia que asistió a la Restauração era, en gran medida, resultado de las reformas institucionales y religiosas llevadas a cabo en tiempos de Manuel I y Juan III y consolidadas a partir de 1564 con la aplicación de las normas del Concilio de Trento.
Estaba formada por trece obispados peninsulares y catorce ultramarinos; por numerosas órdenes religiosas, divididas en el siglo XVI en ramas conventuales y descalzas, y a las que se uniría, desde 1540, la Compañía de Jesús; por la Inquisición, establecida en 1536; por las Universidades de Coimbra y Évora, y por beneficios de todo tipo, desde las dignidades y canonjías hasta las infinitas capellanías.
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