En 1702, salió impreso en Lisboa un volumen titulado Frutas do Brasil, que había compuesto el franciscano Fr. António do Rosário. El religioso, vinculado a la región de Pernambuco, organizaba su escrito como una alegoría política en la que las frutas del Nuevo Mundo servían como metáforas de una determinada visión de la monarquía de los Braganza.
Recurriendo a su conocimiento del mundo natural americano, reivindicaba el papel central que, a su juicio, debía desempeñar el Brasil dentro de la arquitectura imperial lusa. Frente al valor simbólico tradicionalmente otorgado a la India, Rosário defendía una visión de la monarquía portuguesa en la que el Brasil azucarero surgía como la “verdadera India”.
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