1640-1668, España pierde Portugal: la hora de los Braganza

La entronización de Juan IV en 1640 abrió un conflicto al que puso la puntilla la paz de 1668, por la que la Monarquía Hispánica reconocía la separación de Portugal y perdía el imperio ultramarino luso. Analizamos el papel de las publicaciones periódicas en la creación de opinión y la construcción de una nueva majestad en la Europa barroca

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La conmemoración en 2018 de los trescientos cincuenta años de la firma de la Paz de Lisboa de 1668 permitió evocar un momento de enorme simbolismo en las historias paralelas de Portugal y de España.

El tratado suponía el reconocimiento de la casa de Braganza como nueva dinastía reinante en Portugal desde la entronización de Juan IV en Lisboa el Primero de Diciembre de 1640. Con la Paz se ponía fin al largo conflicto bélico, propagandístico y diplomático iniciado veintiocho años atrás, algunos de cuyos principales episodios militares, no obstante, se vivieron en la década de 1660.

Los jóvenes Carlos II de España y Alfonso VI de Portugal, dos monarcas unidos por la discapacidad y sometidos ambos a regencias, fueron los encargados de firmar la paz entre ambos reinos en 1668 como herederos de Felipe IV, desaparecido en 1665, y Juan IV, fallecido en 1656.

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Fernando Bouza
Fernando Bouza
Catedrático de Historia Moderna, Universidad Complutense de Madrid.

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