Hasta en tres ocasiones durante la I República, el general Arsenio Martínez Campos intentó un golpe militar para restablecer a los Borbones en el trono antes del éxito, hace ciento cincuenta años, del pronunciamiento de Sagunto. Antonio Cánovas del Castillo, el político que dirigía el movimiento favorable a la restauración borbónica, lo calificó de “calaverada”.
Su plan era presentar la figura del príncipe Alfonso como la única solución para el restablecimiento del orden en España, pero sin derramar una gota de sangre, tratando de evitar que la cuna de los gobiernos no estuviera en los cuarteles, como manifestó. Sin embargo, pese sus llamamientos, la sublevación triunfó y Alfonso de Borbón y Borbón, en quien Isabel II había abdicado cuatro años antes, regresó triunfante a España unos días después.
Atractivo, buen conversador y lleno de proyectos, el ya rey Alfonso XII contaba con diecisiete años y trató desde el comienzo de no repetir los errores cometidos durante el reinado de su madre, compatibilizando los principios del liberalismo conservador con una parte de las conquistas democráticas legisladas durante el Sexenio.
Su prematura muerte once años después, días antes de cumplir los veintiocho años, opacó la valoración de un periodo que fue mucho más que un aburrido intervalo de transición y que sentó las bases de una transformación política, económica, social y cultural en las décadas siguientes. Tres especialistas analizan el reinado de Alfonso XII en el Dossier que publicamos este mes.
El recuerdo de los cincuenta años del primer atentado indiscriminado de ETA; el análisis del conflicto del Sáhara tras el abandono de su territorio por España, y un artículo sobre la batalla de Guadalete en 711 completan, entre otros muchos temas, el ejemplar.
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