Entre los numerosos tópicos atribuidos a la imagen de Teresa de Cepeda y Ahumada, el que la identifica con una poderosa intelectual, que aunó su pasión por las letras con una práctica concretada en una de las más importantes reformas de la Iglesia Católica, posiblemente sea el que mejor se ajusta a lo que fue en realidad.
Figura señera de la Edad Moderna, Teresa vivió tiempos convulsos. Su nacimiento en Ávila, en 1515, sólo un año antes de la muerte de Fernando el Católico, hizo coincidir su infancia y juventud con las sacudidas que sufría Europa por mor de la Reforma luterana, contra la que Carlos V se enfrentó, imponiendo una política imperial que trasladó a los nuevos reinos allende los mares la beligerante ortodoxia pontificia.
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