U
na vez desaparecida la primera línea del linaje de Pelayo, el reino astur continuó su organización institucional, de la mano de Alfonso II, apodado “el Casto” (791-842). Durante su gobierno se favoreció la internacionalización del reino, gracias a las relaciones que mantuvo con el emperador Carlomagno, al tiempo que propiciaba la restauración de la tradición visigótica.
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