El 24 de julio de 1865, el doctor James Barry, inspector general jubilado de los servicios médicos militares –equivalente a general de brigada– fallecía en Londres aquejado del brote de cólera que asolaba la capital. Su médico de cabecera extendió el certificado de defunción sin apenas reconocer al finado. Después del entierro, la mujer que lo había amortajado declaró que Barry había sido una mujer y que, por otra parte, había dado a luz. “Yo soy madre de nueve hijos y sé lo que digo”, insistió. Apenas le hicieron caso y el asunto quedó olvidado hasta que los historiadores, más de un siglo después, desenterraron esta extraña historia.
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