A
unque se le conoce por ser uno de los integrantes de la generación del 98, a la que él mismo bautizó, José Martínez Ruiz (Monóvar, 1872-Madrid, 1967), “Azorín”, fue también un gran enamorado de la historia, a la que recurría muy a menudo en busca de respuestas para los problemas de ese convulso siglo XX que vivió en primera persona. De hecho, se puede decir que el interés por el pasado es una constante en el pensamiento y la escritura azoriniana; una especie de “amor de juventud” al que permaneció fiel durante toda su vida.
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