Tras la caída de Roma en el siglo V, las tinieblas se apoderaron de Europa occidental, y las invasiones de los pueblos bárbaros, primero, y los vikingos, después, sembraron el pánico en el continente. Hacia el siglo X empezaron a cambiar las condiciones técnicas para mejorar las defensas militares y las comunicaciones, siguiendo las lecciones marcadas por los monjes desde los cenobios, cuya principal preocupación era la de formar artesanos y operarios en oficios de albañilería, carpintería, yesería, cantería… Y ahí surgieron los puentes.
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