Ya en 1854 se había pensado en un museo donde remitir las piezas abandonadas por las desamortizaciones. Pero no fue hasta el 20 de marzo de 1867 cuando se creó por real decreto el Museo Arqueológico Nacional. Un año antes de su creación, el 21 de abril de 1866, la reina Isabel II había puesto la primera piedra de su futura sede. El diseño quedó encomendado al arquitecto neoclásico Francisco Jareño, muy bien visto en la corte.
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