Tras el inicio de la Edad del Hierro, hace tres mil años, la mayor parte de las tribus celtas que alcanzaron la Península, atravesando los Pirineos, se desplazaron hacia poniente, es decir, en busca de Finisterre, en la costa gallega, el final del mundo conocido. Sin embargo, otros grupos prefirieron asentarse en el valle del Ebro, coincidiendo con el Sistema Ibérico.
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