La actitud hacia la expulsión de los moriscos ha pasado por diversas fluctuaciones. Han quedado muy pocos textos escritos testimoniales de la memoria morisca de la expulsión. Ciertamente, se trata de referencias demasiado frágiles del punto de vista morisco al lado del aluvión de textos que la memoria cristiana dedicó a la expulsión (fr. Marcos de Guadalajara, fr. Domingo Bleda, Damián Fonseca, Gaspar Aguilar, Pedro Aznar Cardona, Antonio del Corral y Rojas), representativos de la voluntad de legitimar la expulsión no admitiendo ni el más mínimo interrogante que cuestionara la liquidación efectuada. Hubo oposición a la decisión de expulsar a los moriscos, pero una vez dictada la expulsión en 1609-1610, el silencio fue la nota distintiva. Después de 1609, ciertamente se cerraron filas en torno a la legitimidad y la necesidad de la expulsión de los moriscos. Nadie se acordó de estos después.
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