Es usted inglés o alemán?», le preguntó David Maclean, un labrador que acababa su trabajo al atardecer en la localidad escocesa de Dungavel. Se dirigía al extraño personaje que acababa de aterrizar en paracaídas en mitad del campo, lastimándose un tobillo. Mientras le ayudaba a caminar hasta su humilde casa, el accidentado le contestó que se trataba del Hauptmann–capitán– Alfred Horn y que llevaba un mensaje importante para el duque de Hamilton. Maclean le acomodó en el salón de su casa donde le ofreció una taza de té en su mejor vajilla, como era apropiado para un invitado, sobre todo uno que llevaba botas de tan buena calidad que quedarían grabadas en su memoria.
El labrador estaba, en realidad, compartiendo infusión con Rudolf Hess, Stellvertreter des Führers, o vicejefe del III Reich, camarada de Adolf Hitler desde los primeros tiempos del movimiento nazi, el único dirigente que tuteaba al todopoderoso Führer. El segundo hombre en el escalafón del Reich acababa de llegar, solo, a territorio enemigo. Un sorprendente viaje, cuyas intenciones nunca se han aclarado por completo, aunque se haya apuntado que se trataba de una oferta de paz de Adolf Hitler a Gran Bretaña, teoría que el estudio del historiador Peter Padfield Hess, Hitler and Churchill: the Real Turning Point of the Second World War. A Secret History, refuerza con nuevos datos.
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