Cualquier visita a Bélgica incluye paseos por ciudades repletas de canales, plazas rodeadas de fachadas de estilo gótico flamígero, cervezas de receta milenaria y ligeros recuerdos al pasado común que nos brindó el imperio de Carlos V. Sin embargo, en medio del recorrido por Bruselas, Flandes y Valonia, es preciso hacer un alto en el camino y sumergirse en uno de los rincones que mejor conservan los resquicios de la I Guerra Mundial.
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