En los primeros días de septiembre de 1944, los alemanes y sus partidarios holandeses huían precipitadamente camino de la frontera alemana. La retirada mostraba signos de una desbandada frenética. El ejército alemán se había desmoronado. En el norte, los blindados del II Ejército británico y del I de EE UU avanzaban por Bélgica en dirección a Holanda; y al sur de las Ardenas, el III Ejército norteamericano de George S. Patton se dirigía con rapidez al Sarre. Para el mariscal Von Rundstedt, comandante en jefe del Frente Oeste, la situación era desesperada. No veía nada que pudiera impedir a los Aliados atravesar el Rin, invadir el Reich y terminar la guerra en cuestión de semanas.

Operación Market-Garden: objetivo, la cuenca del Ruhr.
Operación Market-Garden: objetivo, la cuenca del Ruhr.

El fin de la contienda parecía estar al alcance de la mano, pero la realidad era otra. Desde el de­sembarco en Normandía, las líneas de abastecimiento aliadas se habían estirado demasiado por la rapidez del avance, y la capacidad logística se resentía. Entretanto, el Alto Mando aliado barajaba varias posibilidades para el asalto final a Alemania. Las opiniones entre el mariscal británico Montgomery, Eisenhower (comandante supremo aliado en Europa) y George Patton estaban divididas. Sus diferencias, tanto personales como militares, eran palpables. Montgomery consideraba a Eisenhower un estratega indeciso y mediocre, y era partidario de concentrar todo el esfuerzo en un ataque único, con el objetivo de establecer cabezas de puente sobre el Rin y apoderarse rápidamente del Ruhr. Algo de lo que Eisenhower disentía. Quería un plan más amplio y flexible, que incluía avanzar hacia el Ruhr y también hacia el Sarre. El rápido derrumbamiento del frente alemán había sido la causa de la crisis logística, pero los victoriosos angloamericanos se sentían eufóricos. Su abrumadora superioridad de efectivos se lo permitía.

Blindados alemanes

Fotografía del teniente general Wilhelm Bittrich.
Fotografía del teniente general Wilhelm Bittrich.

En la primera semana de septiembre, Eisenhower ordenó que el 12º Grupo de Ejércitos de Omar Bradley capturara el Sarre y la zona de Fráncfort, y el 21º Grupo de Ejércitos de Montgomery, el Rin. Pero contra todo pronóstico, a partir del 9 septiembre la resistencia alemana se fue consolidando.

Desde Alemania empezaron a llegar refuerzos a la frontera entre Holanda y Bélgica. Las divisiones 9ª Hohenstaufen y 10ª Freundsberg del II Cuerpo Panzer de las Waffen-SS, aunque muy castigadas por las recientes derrotas, recibieron órdenes del teniente general Wilhelm Bittrich de dirigirse sin demora hacia el norte de Holanda. A estas fuerzas se unieron los paracaidistas del coronel general Student, dispersos tras las pérdidas sufridas en Creta. Student consiguió reagruparlos, aunque en su mayoría eran bisoños y carecían de transporte y artillería.

De forma casual, un suceso trastocaría todos los planes del Alto Mando aliado. El maltrecho II Cuerpo Panzer que mandaba Bittrich fue desplegado en las proximidades de Arnhem. Se había retirado lentamente para reorganizarse, y sus unidades estaban camufladas en bosques, campos y pueblos cercanos. Erróneamente, el Cuartel General aliado consideraba que la resistencia sería escasa y se encontraría con un enemigo mal organizado y bajo de moral. Fue un grave error. Menos de cuarenta y ocho horas antes del inicio del desembarco aéreo, los servicios de inteligencia del Estado Mayor de Eisenhower habían detectado la presencia en los alrededores de Arnhem de blindados alemanes, pero los informes de algunos oficiales de inteligencia aliados fueron rechazados porque casi nadie quería creer en ellos. Una vez tomada la decisión, todas las objeciones fueron barridas.

Soldados del II Cuerpo Panzer.
Soldados del II Cuerpo Panzer.

Tras entrevistarse con Eisenhower en Bruselas, este dio luz verde a la operación que Montgomery deseaba emprender. Lo que proponía era atacar con tres divisiones y media: la 82ª y 101ª aerotransportadas norteamericanas, la 1ª División aerotransportada británica y la 1ª Brigada paracaidista polaca. Su misión consistía en apoderarse de una serie de pasos sobre el Rin en Holanda, y luego abrir un corredor por el que avanzarían los ejércitos angloamericanos para lanzarse sobre el Ruhr.

Eisenhower pareció quedar fascinado por la audacia del plan, pero dejó claro a Montgomery que se trataba de un ataque limitado, una ampliación del avance general de todo el frente aliado hacia Alemania. La operación recibió el nombre de Market-Garden, dos palabras que incluían dos fases. Market sería el lanzamiento aerotransportado, y Garden, el avance del grueso de las fuerzas aliadas una vez cruzado el Rin. La fecha del ataque fue fijada para el día 17 de septiembre.

35.000 paracaidistas

Instantánea tomada durante el embarque de los paracaidistas.
Instantánea tomada durante el embarque de los paracaidistas.

Para poner en marcha la gran operación de tropas aerotransportadas, el teniente general Lewis H. Brereton, jefe del I Ejército aerotransportado británico, disponía solo de siete días. Brereton se proponía lanzar desde el aire 35.000 hombres y nombró su segundo jefe al teniente general Frederick B. Browning, al mando del 1er Cuerpo aerotransportado. “La idea –dijo Browning– era tender una alfombra de tropas sobre la que pudieran pasar nuestras fuerzas terrestres”. La 101ª División del mayor general Maxwell D. Taylor debía capturar los pasos de ríos y canales en una franja de 20 kilómetros, situada entre Eindhoven y Veghel. Al norte, la veterana 82ª División del general James M. Gavin tenía que ocupar la zona de 15 kilómetros entre Grave y Nimega. Debían apoderarse de los pasos del Mosa y el Waal y del enorme puente de Nimega. El objetivo más importante era tomar Arnhem y su vital puente sobre el Bajo Rin, una construcción de acero y hormigón de unos 600 metros de longitud. El cruce del río en Arn­hem se encomendó a la 1ª División aerotransportada del mayor general Robert E. Urquhart, bajo cuyo mando estaba también la 1ª Brigada paracaidista polaca del general Stanislaw Sosabowski.

Aterrizaje y despliegue

Salto de paracaidistas sobre un campo señalizado por aviones.
Salto de paracaidistas sobre un campo señalizado por aviones.

Desde sus bases situadas en Oxfordshire, Lincolnshire y Gloucestershire, contando con una gigantesca cobertura aérea, los aviones y planeadores aliados llevaron a la 1ª División aerotransportada británica, la 82ª División aerotransportada norteamericana y la 1ª Brigada paracaidista polaca hasta las inmediaciones de Arnhem y Nimega. Desde Hatfield, al norte de Londres, despegó también la 101ª División aerotransportada estadounidense, hacia las cercanías de Eindhoven. La operación comenzó al alba, y antes del despegue, unos 1.400 bombarderos aliados machacaron las posiciones antiaéreas y las concentraciones de tropas alemanas en la zona, mientas los planeadores cruzaban el mar del Norte hacia Holanda en hileras interminables.

En un principio, pese a los intensos bombardeos nocturnos y ataques aéreos sobre Arnhem, Nimega y Eindhoven, los alemanes no entendían lo que estaba sucediendo. La principal amenaza parecía centrarse en la reanudación de la ofensiva que debía llevar a cabo el II Ejército británico desde la cabeza de puente sobre el canal Mosa-Escalda. Con gran desconcierto, el primer jefe alemán que dio la alarma fue el teniente general Bittrich, comandante del II Cuerpo Panzer, que inmediatamente puso en alerta a las divisiones 9ª y 10ª.

Poco antes del mediodía, grandes columnas de humo oscurecieron Arn­hem. Los incendios devastaron la ciudad tras un intenso bombardeo de tres horas. Oosterbeck, Nimega y Eindhoven quedaron arrasadas, con las calles llenas de cráteres y escombros. Los bombardeos previos al asalto fueron efectivos, y pocos planeadores resultaron derribados al aterrizar. A lo largo de las zonas de desembarco se procedió a descargar artillería, equipos, provisiones, vehículos y remolques, según lo previsto.

Retrato del mayor general Robert E Urquhart.
Retrato del mayor general Robert E Urquhart.

El general Urquhart aterrizó en el brezal de Renkum e instaló el cuartel general de su 1ª División en la linde de un bosque cercano. A primera hora de la tarde saltó la primera brigada de la división paracaidista británica, y poco después llegó el resto, unos 5.200 hombres que emprendieron la marcha.

Entretanto, el lanzamiento de los 6.669 paracaidistas de la 101ª División aerotransportada del general Taylor había resultado casi perfecto, pero los planeadores sufrieron pérdidas severas por la artillería enemiga y los malos aterrizajes. Aun así, se consiguió depositar en tierra a casi el 80 por ciento de los hombres y al 75 por ciento de los vehículos, unas cifras de bajas menores de lo calculado. Tras reagruparse, la 101ª División inició el avance hacia sus objetivos: los puentes sobre un corredor de 22 kilómetros de anchura que se extendía ante las fuerzas británicas.

Al asalto del puente

Una vez aseguradas la ocupación y defensa del sector central del corredor Market-Garden, la 82ª División tenía objetivos dispersos que incluían un área de 15 kilómetros de sur a norte y 30 kilómetros de este a oeste. Recogidos los equipos y eliminadas las pequeñas bolsas de resistencia alemanas, esta división se reagrupó en sus zonas de lanzamiento, en torno a la ciudad de Groesbeck.

Demasiado lejano

En el estrecho corredor de Market-Garden había cinco puentes importantes que conquistar: uno sobre el canal Wilhelmina, otro sobre otro canal 16 kilómetros más al norte, y los tres restantes sobre los ríos Mosa, Waal y Rin. Debían ser capturados intactos por asalto. El quinto de esos puentes, en el Rin, a 96 kilómetros detrás de las líneas alemanas, era el que más preocupaba al teniente general Frederick Browning, vicecomandante del 1er Ejército aerotransportado. Cuando Browning preguntó a Montgomery, en la última conferencia del Cuartel General aliado antes de la operación, cuánto tardarían los blindados en llegar a Arnhem, Montgomery contestó: “Dos días”. Browning respondió: “Podemos sostenerlo durante cuatro”. Y añadió, señalando el mapa: “Pero creo, señor, que eso tal vez sea irnos a un puente demasiado lejano”. Palabras que resultaron proféticas y dieron título al libro Un puente demasiado lejano, de C. Ryan, el mejor relato escrito de la Operación Market-Garden.  F. M. L. 

A unos 20 kilómetros de distancia del Cuartel General del general Browning, instalado en las alturas de Groesbeck, los aparatos de transmisión sufrieron importantes averías y la división de Urquhart perdió el contacto con Arnhem. El plan de Montgomery iba ya más lento de lo previsto, pero en líneas generales parecía de acuerdo con lo pronosticado. A todo lo largo y ancho de la zona de Market-Garden había ya en Holanda unos 20.000 soldados aliados de élite dispuestos a tomar los puentes para mantener abierto el corredor del ejército blindado que debía invadir el Ruhr.

Puente de Arhem.
Puente de Arhem.

Desde su puesto en el canal Mosa-Escalda, el teniente general Brian Horrocks, comandante del XXX Cuerpo de Ejércitos británico, dio orden de iniciar el ataque y pasar a la fase Garden, por la carretera que iba hacia el norte en dirección Valkenswaard-Eindhoven, una vez consumado el asalto aerotransportado. Trescientos cincuenta cañones arrasaron las posiciones alemanas en el reducido espacio de un kilómetro y medio por siete de profundidad. Por ahí, siguiendo la mencionada carretera, avanzaron los cientos de carros de combate y vehículos blindados que cruzaron la frontera holandesa. Todo parecía ir bien pero, aguantando el intenso fuego, los alemanes contraatacaron desde posiciones bien camufladas a ambos lados de la carretera. Su resistencia fue mucho más dura de lo previsto. El general Horrocks había esperado recorrer los 19 kilómetros hasta Eindhoven en dos o tres horas, pero al anochecer solo había cubierto 10 kilómetros hasta Valkenswaard. Un retraso importante.

La 101ª División norteamericana, en vista de que la vanguardia blindada de Horrocks no había llegado todavía a Valkenswaard, consideró que su objetivo más urgente era ocupar el puente del Son sobre el canal Wilhelmina, pero tuvieron un contratiempo importante cuando los alemanes lo volaron. Al norte, la 82ª División logró capturar el puente de Grave, pero no pudo conquistar el de Nimega por la dura resistencia de las Waffen-SS.

Por su parte, la 1ª División británica tomó tierra y atacó en dirección a Arnhem por el flanco oeste. Los paracaidistas aterrizaron muy cerca de donde se hallaba el mariscal Model, comandante del Grupo de Ejércitos B, que tenía su puesto de mando en el hotel Tafelberg de Oosterbeek, a unos 3 kilómetros de Arnhem, y estuvo a punto de ser capturado. Menos suerte tuvo el general alemán Kussin, abatido en su propio coche por los paracaidistas británicos en una emboscada.

Tres batallones de la 1ª División se lanzaron entonces a capturar el puente de Arnhem, pero el batallón del teniente coronel Frost solo consiguió conquistar la parte norte. Entretanto, el XXX Cuerpo británico, con los carros de la Guardia Irlandesa en cabeza, chocó con una fuerte oposición en la carretera a Eindhoven. En el avance, muchos blindados quedaron destruidos y entorpecieron la marcha de la columna. Al anochecer, el XXX Cuerpo solo había alcanzado Volkenswaard, sin poder enlazar con la 101ª División, que estaba en los alrededores de Nimega.

Soldados exhaustos

Al día siguiente, 18 septiembre, la vanguardia acorazada de la Guardia Irlandesa logró establecer contacto con esa división estadounidense pero, como el puente del Son había sido volado, hubo que improvisar otro prefabricado. Cuando se terminó la obra, el XXX Cuerpo llevaba ya más de un día de retraso.

Mientras, la 82ª División tomó los estratégicos altos de Croesbeek, a pesar de las acometidas alemanas. Una segunda oleada de paracaidistas llegó para reforzar a los asediados hombres del general Gavin, pero la situación de la 1ª División paracaidista británica era cada vez peor. Solo un batallón se mantenía a uno de los lados del puente, mientras el resto de los paracaidistas seguía combatiendo en las calles de Arnhem. El general Urquhart quedó atrapado entre Arnhem y Oosterbeek, sin poder intervenir en la dura lucha por conquistar el puente que enfrentó a una columna acorazada alemana, al mando del capitán Gräbner (que moriría en el ataque), y el batallón de Frost.

Soldados 1ª División Aerotransportada Británica combatiendo en las calles de Arhem.
Soldados 1ª División Aerotransportada Británica combatiendo en las calles de Arhem.

El 19 septiembre el XXX Cuerpo británico logró por fin establecer contacto en Grave con la 82ª División, pero a los carros Sherman de la Guardia Irlandesa les resultó imposible tomar Nimega, tenazmente defendida por los granaderos de las SS. Al temer que los británicos no resistieran en Arnhem, la 82ª División decidió entonces capturar a toda costa el puente de Nimega cruzando en lanchas el río Waal, mientras los blindados del XXX Cuerpo atacaban la ciudad por el otro extremo.

El 20 septiembre, la 82ª División, tras una intensa cobertura artillera y aérea, consiguió pasarel río Waal, tras un retraso de varias horas por falta de botes neumáticos. Los norteamericanos llegaron a la otra orilla a costa de muchas bajas, y tras reunirse con el XXX Cuerpo, lograron apoderarse del puente de Nimega. Pero una vez conseguido ese objetivo, los Aliados cometieron el grave error de detener su avance entre Nimega y Arnhem. Estaban exhaustos y no quisieron seguir adelante sin recibir más apoyo de la infantería. De esta forma, el batallón del teniente coronel Frost acabó rindiéndose. Una vez reconquistado el puente de Arnhem, los alemanes del 2º Cuerpo blindado al mando del general Bittrich se lanzaron sobre Oosterbeek contra los restos de la división paracaidista de Urquhart, que a duras penas pudo contener el contraataque germano.

Paracaidistas británicos tras una trinchera.
Paracaidistas británicos tras una trinchera.

Por fin, el 21 septiembre, la 1ª Brigada paracaidista polaca saltó sobre Driel y, al día siguiente, el XXX Cuerpo logró enlazar con ellos. Los polacos quisieron cruzar el Rin en ayuda de la 1ª División, pero el intento acabó en desastre. Los alemanes cortaron el avance británico por la única carretera al oeste de Arnhem y atacaron en Veghel y Uden a la 101ª División, que resistía gracias al apoyo artillero del XXX Cuerpo.

El 24 septiembre se llevó a cabo el último intento de reforzar a la 1ª División. Otro de sus batallones intentó cruzar el río en Arnhem, pero los paracaidistas británicos fueron barridos por el fuego enemigo, hasta que finalmente el general Urquhart ordenó retirarse para evitar ser aniquilados. Al amparo de la noche y bajo la lluvia, unos 2.000 supervivientes lograron ponerse a salvo en pequeñas embarcaciones. Los restantes cayeron prisioneros o resultaron muertos o heridos.

La creencia de que la guerra estaba a punto de terminar resultó, como se ha podido comprobar, un fiasco. La caída de Berlín tendría que esperar.

Fernando Martínez Laínez 

*Artículo publicado en La Aventura de la Historia, número 227.

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