El llamado periodo de entreguerras, entre 1919 y 1939, condujo –como su propio nombre indica– hacia la segunda gran conflagración mundial. Pero aquel ventenio no fue turbulento en su totalidad, pues también disfrutó de un breve periodo de estabilidad y distensión, que quizá habría podido evitar la deriva final si algunos de los actores del momento no la hubieran hecho deliberadamente inevitable.
La primera fase de ese ventenio, entre 1919 y 1924, estuvo presidida por la más completa inestabilidad económica y política de la inmediata posguerra mundial.
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