Según se cuenta en el Libro de Daniel, c. 5: “El rey Baltasar dio un gran banquete a mil de sus príncipes, y con ellos se dio a beber vino. Excitado por el vino, mandó Baltasar que le llevasen los vasos de oro y plata que Nabucodonosor, su padre, había tomado del templo de Jerusalén, y que se sirviesen de ellos para beber el rey y sus príncipes, sus mujeres y sus concubinas… En aquellos momentos aparecieron los dedos de una mano de hombre que escribían delante del candelero en el revoco de la pared… Turbóse sobremanera el rey Baltasar, mudó de color y se consternaron sus príncipes”.
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