Corfú, la isla esmeralda del mar Jónico, atrapa desde hace décadas al viajero por su historia, su arquitectura, sus playas, sus fiestas y su gastronomía, al igual que atrapó con sus encantos y hospitalidad a Ulises en su regreso a Ítaca, como lo relata Homero en su Odisea: “Una joven igual a las diosas en su porte y figura, Nausícaa, hija del magnánimo Alcinoo…” (Canto VI-16).
Aunque no se ha localizado exactamente el país homérico de los feacios y sus palacios, arqueólogos de renombre como Victor Bérard, Wilhelm Dörpfeld o Charles-Ernest Beulé identifican a Corfú como la Esqueria homérica. Según la tradición mitológica, Posidón, dios del mar, se enamoró de la ninfa Kerkira, hija del dios de los ríos Asopo, y de su esposa Metope, y la raptó llevándola a una isla desierta en el mar Jónico, a la que dio su nombre como regalo de bodas. Su hijo, Phaeax, fundó la estirpe de los feacios.
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