El príncipe Thutmosis, primogénito de Amen-Hotep III, fue asesinado; lo mismo que el hombre fuerte de ese reinado, Amen Hotep, hijo de Hapu; igual que visir del Sur, Ra-Mose su pariente, el mayordomo real en Menfis… Todos ellos y muchos otros nobles tebanos fueron sacrificados en la conspiración de Tiy, la primera esposa real, que se alzó con el poder absoluto tras el triunfo de su conjura, con la que eliminó todos los obstáculos para instalar en el trono a su hijo Amen-Hotep IV y anular el poder de los sacerdotes de Amón en Tebas.
Esta terrible conspiración político-religiosa dio paso a uno de los períodos más atractivos de la historia del antiguo Egipto: el amárnico, tiempo de herejía y turbulencias. Sin embargo, apenas fue un suspiro en la Historia: se gestó, triunfó, llegó a su cénit y se desintegró en un lapso de tiempo de unos setenta y cinco años: 1399-1325 a.C.
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