La Revolución de 1905, vista desde España

El 22 de enero de 1905 -9 de enero en el calendario juliano vigente en Rusia- miles de manifestantes que protestaban pacíficamente frente al Palacio de Invierno murieron a manos de la Guardia Real del Zar. Analizamos el impacto que el "Domingo Sangriento" de San Petersburgo y sus consecuencias tuvieron en la opinión pública española a partir de las coberturas que realizaron "El Imparcial" y "La Correspondencia de España"

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Con la guerra ruso-japonesa como telón de fondo (entre febrero de 1904 y septiembre de 1905), una ola de agitación política apoyada por amplias masas sociales salpicó grandes zonas del Imperio ruso durante el año 1905. Altercados contra el gobierno, huelgas de trabajadores, motines militares o disturbios en zonas rurales se prolongaron a lo largo de muchas semanas en un ambiente de insatisfacción generalizada contra el zar Nicolás II.

El momento dramático que desencadenó esta Revolución tuvo lugar el domingo 22 de enero de dicho año -el 9 de enero según el calendario juliano vigente entonces en Rusia- y ha pasado a la historia como el “Domingo Sangriento”, debido a la matanza perpetrada por la Guardia Real rusa contra los miles de manifestantes que protestaban pacíficamente frente al Palacio de Invierno, residencia del zar, ausente en ese momento.

Este episodio supuso un punto de inflexión para la sociedad rusa y prendió la mecha de una serie de reivindicaciones y disputas que acabarían explotando del todo en la Revolución de 1917. Pero, ¿qué cobertura o eco tuvo este acontecimiento internacional en la España de entonces? ¿Cómo lo recibió la opinión pública?

Representación pictórica del Domingo Sangriento.

Aunque determinarlo es complejo, a través de las narraciones ofrecidas por dos periódicos españoles muy consolidados en aquella época e ideológicamente opuestos –El Imparcial, de corte liberal, y La Correspondencia de España, de tendencia conservadora- vamos a efectuar un pequeño análisis comparativo, tanto de sus contenidos como de aquellos aspectos formales más reseñables, con el objetivo de valorar el seguimiento y tratamiento que hicieron de lo ocurrido.

Noticias desde un «lejano» país

Las referencias que se hacen a Rusia en estos medios fue prácticamente nula hasta los trágicos incidentes del domingo 22 (para los días analizados en prensa emplearemos el calendario gregoriano). No obstante, La Correspondencia de España –fundada en 1859 por Manuel María de Santa Ana y considerado el iniciador del periodismo de empresa en España- sí recoge “un acto de audacia realizado por elementos revolucionarios” en Varsovia y cómo “elementos terroristas del Imperio ruso han comenzado de nuevo la serie de sus atentados” –según comunican desde San Petersburgo- en su primera página del día 17, aunque en una breve columna abajo a la derecha.

Portada de «La Correspondencia de España», 17-01-1905. Abajo a la derecha se informa de los sucesos producidos en Rusia. BNE.

Dos días después, el diario registró en su página número dos el éxito de una huelga obrera en la entonces capital del país, una noticia que también llevaba, en idéntica página y sin apenas otorgar relevancia, la edición de El Imparcial -creado por Eduardo Gasset y Artime en 1867-, aunque con el alarmista titular “Huelga gravísima”. Sin embargo, fue realmente a partir del día siguiente cuando ambos periódicos empezaron a tomarse más en serio lo que estaba sucediendo en aquel “lejano” país.

Portada de «El Imparcial» alertando sobre un posible atentado contra el zar, 19-01-1905. BNE

Entre el 20 y el 21, los dos diarios dieron cuenta de un supuesto atentado perpetrado contra el zar. El periódico de los Gasset otorgaba al asunto –al cual al principio no tildaba de supuesto y lo daba ya por hecho- un lugar visible en su portada utilizando el cintillo “Revolución rusa” y ofrecía distintas noticias sobre diversas huelgas en marcha en San Petersburgo; por su parte, el de Santa Ana proporcionaba diversas versiones (y rumores) sobre dicho episodio –incluido un posible complot militar- en un lugar también importante de su portada, sin escatimar espacios, y facilitaba las breves informaciones manejadas por sus corresponsales en París y Londres –desde donde escribía un joven Ramiro de Maeztu– sobre el tema.

Al día siguiente, ninguna de las dos publicaciones salió al quiosco por ser domingo, puesto que la Ley del descanso dominical, promulgada en marzo de 1904 y reglamentada en agosto del mismo año, estableció la prohibición de trabajar los domingos en España para gran parte de las profesiones, entre ellas “las empresas y agencias periodísticas”, prohibiendo también por tanto “en dicho día el reparto y venta de periódicos”. Pero lo ocurrido aquella tarde-noche en la capital rusa se iba a convertir en el asunto más relevante de sus páginas durante las próximas semanas.

«La matanza de San Petersburgo»

El “Domingo Sangriento” ocupó las portadas del lunes 23. Bajo el cintillo “La Revolución en Rusia” y con el titular “La matanza en San Petersburgo. Millares de muertos y heridos” (todo en mayúscula para darle más relevancia), El Imparcial narraba, a través de los textos de sus corresponsales en París, las impresiones de lo acontecido desde por la mañana hasta la madrugada, calificándolo como “tragedia histórica” o “día de espanto” y asegurando que había más de dos mil muertos civiles y apenas cuatro militares. En el espacio utilizado para contar lo sucedido –prácticamente cuatro columnas de las cinco totales que llevaba en portada- también se incluyó un apartado breve pero contundente de opinión que cargaba contra el zar, vaticinándole un negro futuro dentro del país y en la esfera internacional.

Portada de «El Imparcial» publicada el día después del «Domingo Sangriento», 23-01-1905. BNE.

No obstante, debe señalarse queLa Corres aún fue más profusa en la narración del episodio y más generosa a la hora de distribuir la información. Con el titular a página completa “Sangrientas jornadas en Rusia” y bajo el cintillo “En plena Revolución”, el diario creado por Santa Ana dedicó toda su portada a explicar lo ocurrido mediante telegramas detallados de sus corresponsales en París y Londres. En este aspecto, se aprecia la profesionalidad y la ambición de ambas publicaciones por querer ofrecer a sus lectores la mejor cobertura posible para diferenciarse de sus competidores. En las páginas siguientes, “La Corres” también destinó espacios pequeños a hablar del asunto, últimas horas y, del mismo modo que el periódico de los Gasset, registraba una cifra de muertos superior a los dos mil y repartía calificativos negativos para el zar.

Apertura de «La Correspondencia de España» tras el «Domingo Sangriento», 23-01-1905. BNE.

Al día siguiente, este periódico volvía a llenar su portada por completo con más telegramas centrados en el “Domingo Sangriento” reproduciendo el mismo titular y el mismo cintillo, aunque añadiendo el subtítulo “Millares de muertos y heridos”. La información aportada era básicamente una serie de recopilaciones por parte de sus corresponsales de las crónicas actualizadas y ofrecidas por los medios franceses e ingleses, aunque con muchos detalles –entre ellos mencionaban hechos “infames”, como que los cosacos se habían entretenido matando niños en un parque anexo al Palacio de Invierno.

La portada de El Imparcial del mismo día, por su parte, introducía novedades de estilo al abrir con dos formatos diferenciados: en las dos columnas de la derecha mostraba las últimas informaciones acerca del suceso, bajo el título “La Revolución en Rusia” y recopilando –como La Corres– lo expuesto en periódicos galos y británicos; y en las dos columnas de la izquierda ofrecía su visión sobre dicho episodio a modo de editorial bajo el título “El 22 de enero”. Una fórmula de mezcla de información y opinión que finalizaba con el aviso para navegantes de que el corresponsal del diario en París, Alberto Mar, iba a viajar hasta San Petersburgo para narrar en primera persona todo lo que allí sucediera. Un reclamo en toda regla para animar a los lectores a comprar el periódico durante las siguientes semanas.

La Revolución de 1905: un asunto de interés

El día 25, ambos periódicos redujeron el espacio utilizado en portada para cubrir lo ocurrido en Rusia, pero manteniendo los cintillos con los que venían contando el asunto. El Imparcial, bajo el título general “La anarquía se extiende”, relataba la situación de los huelguistas y las diversas tensiones –con saqueos y altercados incluidos- que se estaban viviendo en el país a través de la información recopilada de la prensa extranjera; La Correspondencia de España seguía esa misma línea y ni siquiera titulaba de forma distinta al día anterior.

No obstante, la importancia que estos periódicos otorgaron a lo que acababa de suceder en San Petersburgo también se aprecia en sus páginas secundarias. De las cuatro páginas que ambos disponían en aquella época, además de hablar del tema en portada añadían información al respecto en las páginas dos y tres –el día 25, la página dos de ambos periódicos fue destinada por completo a hablar de Rusia, lo que muestra que aunque se han desplazado contenidos de portada a páginas posteriores, cada día el tema ocupa más espacio en general-. En ocasiones era una mera repetición o recordatorio de lo ya explicado, pero otras veces se empleaba dicho espacio para desgranar la información de un modo más analítico, mezclando datos y opinión. En cualquier caso esta disposición, prolongada durante toda la última semana de enero, deja claro que el asunto suscitaba un gran interés en los dos diarios. 

Llama la atención, en cambio, que el día 26 El Imparcial saliera al quiosco sin mencionar el tema en su portada –sí lo hace en la página siguiente, en la que bajo el cintillo “La Revolución en Rusia” ofrece los telegramas de sus corresponsales a lo largo de toda la jornada anterior-, y más todavía si lo comparamos con sus colegas y a la vez “rivales” periodísticos. Y es que “La Corres”, además de seguir con el asunto en portada con una estructura formal idéntica a los días anteriores, también ampliaba el asunto con información de sus corresponsales en la página dos e incluso con una columna de última hora en la tercera. Una dinámica que este periódico mantuvo también al día siguiente. Los editores del diario de los Gasset, por su parte, volvían a ubicar “La Revolución en Rusia” en dos amplias columnas de su portada, ampliando el tema en su segunda página con más telegramas y resúmenes de prensa extranjera. Pero lo más interesante de dicha página es una columna anexa titulada “La génesis de la Revolución”, en la cual se hace un análisis histórico-político de la situación. Una especie de tribuna de opinión de la época en la que, como su título bien señala, repasa la gestación de este movimiento contra el poderoso y a sus ideólogos “revolucionarios”, con reflexiones que conectan (o separan más bien) esa Rusia de aquella España, llevando a cabo un claro análisis en clave interna:

Como en España, en Rusia la invasión napoleónica fue la semilla que esparciera la revolución mental de los enciclopedistas y la material de los que la llevaron á la práctica; pero así como en España llegaron las ideas revolucionarias por medio del libro antes de que el ejército francés invadiera la Península; á Rusia el libro llegó después de la aventura francesa” (El Imparcial, 27-01-1905).

El sábado 28 llegaba por fin la primera entrega del enviado especial de El Imparcial desde San Petersburgo. Bajo el epígrafe “Páginas rusas”, Alberto Mar explicaba su preparación para el viaje y anticipaba lo que creía que iba a encontrarse en San Petersburgo. Es una simple columna a mitad de página en la portada fechada el día 25 y firmada por su autor, algo poco habitual en este periódico, pero que evidencia la importancia otorgada a un acontecimiento que va generando a su vez nuevas formas de relato periodístico. En la página siguiente se despliegan los telegramas del día anterior actualizando la información bajo el cintillo “La Revolución en Rusia”. Y como al día siguiente el periódico no podía salir al quiosco debido a la Ley del descanso dominical, sus editores deciden imprimir una nueva edición con la siguiente advertencia: “Este número ha sido impreso antes de las doce de la noche del sábado, como dispone el Reglamento del descanso dominical”. En ella sigue la información sobre las tensiones en Rusia, aunque la noticia de la formación de un nuevo gobierno en España “fagocita” los ecos que llegan desde San Petersburgo en el diario liberal.

El sábado 28 llegaba por fin la primera entrega del enviado especial de «El Imparcial» desde San Petersburgo. BNE.

En cambio, La Correspondencia de España dedicaba toda su portada al conflicto ruso. Con informaciones más amplias de lo habitual de sus corresponsales en París, Londres, Berlín y Constantinopla, el diario hacía una radiografía de la situación. Además, en la página dos se incluía un texto de Maeztu desde Inglaterra titulado “Los hechos y las causas”, un análisis menos informativo y sí más reflexivo –una especie de tribuna con información y opinión- acerca del movimiento revolucionario surgido tras la matanza del día 22. Un movimiento sobre el que el redactor no oculta sus temores, efectuando un análisis de la situación en clave interna:

Durante su estancia en Londres, Ramiro de Maeztu fue corresponsal, entre otros, de «La Correspondencia de España».

No son, por tanto, ya los clásicos nihilistas, sino los hombres de opiniones moderadas, de autoridad y de peso, como decimos en España, los que se han puesto del lado de la revolución. Hasta ahora hemos visto en Rusia casos de locura revolucionaria individual y aun de locura colectiva; pero una organización seria como la actual, es fenómeno nuevo en la historia de aquel inmenso y doloroso pueblo (…) ¿Por qué actualmente se ha iniciado el movimiento revolucionario en las masas populares hasta el punto de que las clases intelectuales, en vez de ser las propulsoras, se encuentran arrastradas á la agitación?” (Ramiro de Maeztu, La Correspondencia de España, 28-01-1905).

Y sin que hubiese finalizado el día, el periódico fundado por Santa Ana sorprendía a sus lectores con un nuevo número “confeccionado a las 12 de la noche del sábado”. La misma estrategia que había adoptado El Imparcial, pero en este caso con mucha más riqueza de contenido en cuanto al asunto de Rusia, ya que “La Corres” destinaba toda su portada al “Relato de un testigo”, como rezaba su titular –bajo el curioso cintillo “Lo de Petersburgo”-. Se anunciaba como el relato en primera persona y con todo lujo de detalles de lo ocurrido a través de la pluma del corresponsal del diario en el lugar de los hechos, aunque realmente era una extensa carta escrita el día de la matanza mezclada con la información que disponía en el momento de redactarla. Un análisis de discurso y afán de objetividad en toda regla:

“Quiero enviaros un relato exacto de cuanto ha sucedido y procuraré que en él no haya ni una sola línea de pasión. ¡Dejaré por un momento de ser un ruso que siente, para convertirme en un corresponsal que relata! Muchos de los sucesos los he presenciado; otros me han sido referidos por compañeros de periodismo, y todos son exactos” (La Correspondencia de España. 28-01-1905).

El testimonio continuaba en la segunda página y venía firmado como Interino, dejando para la página tres de esta edición especial las noticias más actualizadas de las revueltas y huelgas en Rusia.

Relato de un testigo sobre la Revolución de 1905, publicado en «La Correspondencia de España» el 28-01-1905. BNE.

Los dos últimos días del mes de enero, el lunes 30 y el martes 31, El Imparcial daba cuenta en portada de las primeras impresiones de su enviado especial en San Petersburgo. Alberto Mar narraba cómo vio la ciudad y cómo le habían contado lo que sucedía, pero además, aunque parezca anecdótico, iba intercalando comentarios sobre las dificultades administrativas y de seguridad que atravesaba el país. Dichas narraciones se complementaban con las informaciones aportadas al periódico de sus corresponsales en París.

Pero al analizar esas mismas jornadas en “La Corres detectamos que el diario conservador supo exprimir mejor sus recursos a la hora de cubrir la noticia. Su corresponsal no había viajado una semana después del “Domingo Sangriento”, sino que ya estaba allí cuando ocurrió, y aunque sus cartas no traían la información más actualizada –se remontaban realmente a las horas siguientes a la matanza- sí ofrecían un relato más cercano, en primera persona, del que se desprende más opinión y sentimiento que información.

Más relatos en primera persona sobre la Revolución de 1905, publicados en «La Correspondencia de España» el 31-01-1905. BNE.

En cualquier caso, el periódico lo complementaba con crónicas meramente informativas del mismo redactor –escritas estas sí el día anterior a la publicación del periódico- y con los datos recabados por sus corresponsales en París y Londres en forma de telegramas, confeccionando un producto periodístico –sin entrar a valorar la línea editorial- más completo y variado, al menos en el tratamiento de este conflicto, que su homólogo liberal.

Este breve y, por supuesto, parcial análisis periodístico de un acontecimiento internacional como fue el inicio de la Revolución rusa de 1905 nos ha permitido observar las fuentes de información que utilizaron los dos periódicos para comunicar a sus lectores lo sucedido; examinar el peso de la lectura interna de aquello que iban narrando; determinar la existencia de una clara competencia entre ambos medios por mostrarse como el más fiable en el cobertura de los hechos; e identificar los distintos géneros periodísticos empleados y valorar el porqué de su uso, así como los aspectos formales elegidos en cada momento (espacio dedicado al tema de estudio, ubicación dentro de las páginas del periódico, la forma de titular, etc.).

Del mismo modo, aunque el análisis se haya reducido a solo unos días, ha quedado verificado el afán que tenía la prensa por erigirse en intérprete de la opinión pública y se ha detectado en los medios estudiados una preponderancia de lo corporativo sobre lo ideológico. No obstante, realizar el ejercicio de aproximación a un acontecimiento internacional tan lejano en el tiempo y también en el espacio desde el prisma periodístico de la época tiene un interés muy relevante que permite aprender del pasado para divulgarlo en el presente.

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