La Constitución de 1869 fue la expresión del espíritu democrático de la Gloriosa Revolución de septiembre de 1868. Los partidos Progresista, Demócrata y la Unión Liberal, que se habían unido para llevar a cabo la revolución, acordaron que, una vez derribado el trono de Isabel II, convocarían Cortes Constituyentes por sufragio universal masculino, para que determinaran la forma de gobierno de España. Y, efectivamente, así ocurrió.
Después de la batalla del puente de Alcolea, que aseguró la victoria de los revolucionarios y obligó a Isabel II a abandonar España, el Gobierno provisional convocó elecciones a Cortes Constituyentes, por sufragio universal masculino, que se celebraron en enero de 1869.
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