Ni fue un héroe, ni un rey, ni un rebelde muerto gloriosamente en las barricadas de alguna revolución europea. Fue un poeta, y ya con eso podría haberse convertido también en un héroe. Sin embargo, tuvo la “mala suerte” de que llegó a vivir hasta la vejez. Si hubiera muerto joven, como Byron, como Pushkin o como Espronceda, hoy sería recordado con un halo de leyenda.
Este contenido no está disponible para ti. Puedes registrarte o ampliar tu suscripción para verlo. Si ya eres usuario puedes acceder introduciendo tu usuario y contraseña a continuación: