Sea un modesto familiar cercano o una gran figura de la Historia, una vez muertas resaltamos las virtudes y circunstancias favorables de las personas y tendemos a olvidar sus miserias y desgracias. Salvo que sean individuos demoniacos, que entonces tendemos a hacer justo lo opuesto.
Antonio de Ulloa fue un sevillano ilustrado, científico autodidacta, marino, aventurero, espía de éxito, receptor de grandes honores, político de altos cargos y hombre de actividad incansable (en todos los aspectos de la vida, porque murió en 1795 a los 79 años contando su hija menor solo año y medio de edad). Pero a lo largo de toda su vida también acumuló consejos de guerra, imputaciones, pleitos y condenas. Y casi todas las acusaciones estuvieron justificadas, por muy indulgentes que fueran la mayoría de las sentencias.
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