Tras el fin de la II Guerra Mundial, en 1945, Moscú y Washington se lanzaron a un nuevo conflicto, cuyos soldados fueron los agentes secretos reclutados por la KGB y la CIA, organismos con capacidad para sabotear, secuestrar y matar en operaciones encubiertas donde todo valía en la carrera por el liderazgo internacional. El MI6 británico y el HVA en Berlín Este fueron sus respectivos aliados en Europa.
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