Los días 7 y 9 de abril de 1977 fueron jueves y sábado Santo. En la España de la época eran días de recogimiento religioso. Pero el Boletín Oficial del Estado publicaba un par de decisiones del Gobierno de Adolfo Suárez que sacudieron intensamente a la opinión pública y abrieron un tiempo nuevo en el país.
Por un lado, el decreto-ley que liquidaba el Movimiento Nacional, la organización de partido único que había servido al franquismo durante cuatro décadas como catalizador de adhesiones populares y emisor de doctrina política. Por otro, la legalización del Partido Comunista de España y, con ello, la autorización oficial para que el entonces principal partido antifranquista pudiera actuar públicamente y presentar candidaturas en las próximas elecciones a Cortes Constituyentes. Ambas medidas resultaban imprescindibles para legitimar unos comicios que, el 15 de junio, debían consolidar la Transición a la democracia.
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