En la mañana del 16 de marzo de 1978, Aldo Moro, presidente de la Democracia Cristiana (DC), es secuestrado mientras se dirige en automóvil (no blindado) a la Cámara de Diputados. En la sesión Moro piensa ver aprobada la incorporación del Partido Comunista Italiano (PCI) al área de gobierno, acorde con su “política de solidaridad nacional”. Ello supondría un paso decisivo para la realización del “compromiso histórico”, la conciliación en la reforma entre los dos grandes partidos que venía reclamando desde 1973 el secretario general del PCI, Enrico Berlinguer.
La caravana de Moro, con dos vehículos y cinco escoltas, fue asaltada por un comando de las Brigadas Rojas. Una vez eliminados a balazos los cinco escoltas, transportaron al secuestrado al zulo ya listo para su encierro en un apartamento de clase media. Las Brigadas Rojas reivindicaron lo que llamaban “el asalto al corazón del Estado”, y pasados cincuenta y cinco días, a primera hora del 9 de mayo de 1978, asesinaron a Moro, depositando luego el cadáver en un R4 rojo cerca de las sedes de la DC y el PCI en Roma. Como verdugo actuó el hombre fuerte de las Brigadas e impulsor de su ofensiva militar, Mario Moretti, detenido en 1981, y que desde 1998 se encuentra en libertad parcial.
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